La diástasis abdominal se definía hasta hace poco como la separación entre los músculos rectos abdominales. Éstos se mantienen unidos por la línea alba, que en tal situación se distiende y a veces llega incluso a romperse, dando lugar a hernias abdominales/umbilicales. Hoy en día sabemos que el problema principal está en ese tejido conectivo que los une, ya que es el encargado de transmitir las tensiones y cambios de presión dentro del abdomen. Es una disfunción muy frecuente como consecuencia del embarazo y puede apreciarse cuando la tripa queda muy laxa y abombada y se hincha mucho después de las comidas.
El rol de los músculos abdominales es principalmente postural, se encargan de mantenernos en posición erguida y de dar sujeción a nuestras vísceras abdominales y pélvicas, y estabilidad a nuestra columna. Pero esta función de contención abdominal no la hacen en sí los musculos, sino el tejido conectivo que los envuelve, haciendo resistencia. Dicho tejido es la llave para que todo el conjunto funcione bien. Si éste falla la activación muscular no será tan eficaz.
Por tanto, sabiendo esto, es lógico pensar que el hecho de tener diástasis/hernia abdominal afectará sin duda a la calidad y funcionalidad de nuestro suelo pélvico, nuestra postura, nuestra columna, e incluso a nuestro tránsito intestinal y nuestro patrón respiratorio.
Sabemos que el principal factor de riesgo para que se desarrolle una diástasis abdominal suele ser el embarazo. Pero existen otros tales como son el sobrepeso, el levantamiento de cargas constante, los sobreesfuerzos o el deporte de alto nivel. Por tanto, también los hombres pueden padecerlo y llegar incluso a tener hernia abdominal.
Durante el embarazo la diástasis es fisiológica. El abdomen va creciendo y los tejidos se distienden para permitir el desarrollo del bebé. El útero va aumentando su tamaño y la demanda nutricional es muy alta. Toda nuestra cincha abdominal se va adaptando y, en ocasiones, la línea alba se estira hasta límites que nuestro cuerpo no es capaz de soportar.
En esta etapa la prevención es fundamental, ya que si se detecta de manera precoz una diastasis desmesurada se puede ir trabajando para corregirla. Además, es muy importante evitar el sedentarismo. A pesar de esto, uno de los errores más comunes es la interrupción del ejercicio físico, ya que en estos casos las probabilidades de que perdamos tono en los músculos abdominales y desprogramemos esa cincha abdominal van en aumento.
¿Qué nos encontramos en una diástasis abdominal?:
- Separación aumentada entre los músculos rectos del abdomen.
- Disminución del grosor de la línea alba.
- Distensión del tejido conectivo.
- Músculo transverso profundo del abdomen poco funcional.
- Poca funcionalidad del complejo abdómino-lumbo-pélvico en general.
¿Qué puede hacer la fisioterapia especializada en suelo pélvico por ti?
Una vez pasada la cuarentena es momento de tomar cartas en el asunto y ponerse a recuperar esa faja abdominal. Esto requiere haber pasado por una valoración de un fisioterapeuta especialista en reeducación abdómino-perineal, para testar el estado de nuestra cincha abdominal y del suelo pélvico, ya que si nos ponemos a entrenar sin ningún tipo de asesoramiento ni control es probable que empeoremos la situación de partida.
Hay que tener en cuenta que el postparto dura aproximadamente un año, que es el tiempo que necesita el cuerpo para la reparación tisular, pero existen estrategias para favorecer una recuperación más temprana.
Como sabemos, la musculatura abdominal y pélvica trabajan en equipo, por tanto, lo que hacemos es ir trabajándolo de manera progresiva, respetando la capacidad de nuestro suelo pélvico para soportar las cargas y con mucha consciencia postural.
Buscaremos recuperar la funcionalidad de la faja abdominal, valorando cuáles son los ejercicios que mejor se adaptan a ti para conseguir que esa cincha abdominal “despierte” y vaya poco a poco cerrando la línea alba y afinando nuestro abdomen.
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